sábado, 19 de abril de 2008

Trenes




Cuando tragó el último trocito de galleta, tuvo de nuevo la sensación de conventirse en aquel famoso telescopio capaz de replegarse sobre sí mismo. Pero esta vez, en lugar de replegarse se desplegó. Sintió aquel cosquilleo por el cuerpo que antes había experimentado y miró la punta de sus pies. Éstos se alejaban, se alejaban como si fuesen en un tren.
Alicia

1 comentario:

Otto dijo...

Hosti, Romi! Que maco, no?! I quina imaginació! A veure si ara tambè ets una escriptora de contes?

Segueix omplint el blog, que et seguim d'amagatotis. jejejejeje

Un petó!